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Conducción desde el asiento trasero: el futuro de los automóviles sin conductor

Piloto de aviación sigue siendo una profesión que los niños de primaria suelen decir a sus profesores que les gustaría ser de mayores, además de bombero y presidente del gobierno. Los pilotos se merecen un gran respeto del público por sus capacidades, pero lo que no todo el mundo sabe es que la mayor parte del vuelo la realizan los ordenadores, sin necesidad de que intervengan los pilotos. Una vez que las puertas de la cabina se cierran, el piloto podría echarse una siesta y los pasajeros no notarían la diferencia. Sin embargo, cuando se trata de la conducción de vehículos, entregar el control a vehículos autónomos será una transición mucho más difícil, ya que la mayoría conducimos con regularidad y estamos acostumbrados a que los vehículos respondan a todas y cada una de nuestras órdenes. Las estadísticas muestran que los vehículos conducidos por máquinas cuentan con mejores registros de seguridad que los vehículos conducidos por personas, si bien no han tenido un gran impacto en la percepción del público.
En el caso de algunas de las empresas que desarrollan tecnologías de vehículos autónomos, sus vehículos han circulado millones de kilómetros con menos accidentes por responsabilidad del vehículo de los que se pueden contar con los dedos de una mano. A los seres humanos les resulta complicado alcanzar estas cifras. La razón por la que confiamos en los aviones es que vemos que un ser humano se encuentra al mando y asumimos que una mente humana está trabajando en favor de nuestra seguridad. A los seres humanos les gusta tener el control, tal como demuestra el hecho de que los vehículos con cambio manual siguen siendo más demandados, a pesar de la evolución de la avanzada tecnología de cambio automático. Para ganarse la confianza suficiente por parte de las personas como para permitir que los ordenadores les lleven de un sitio a otro, debemos olvidarnos de cualquier hipótesis en la que se produzca un cambio instantáneo de presencia de conductor a ausencia del mismo, y aceptar que existirá un periodo de transición, comenzando con funciones básicas como frenado automático, asistencia de mantenimiento en carril y aparcamiento de manos libres.
Incluso en el caso de los aviones, se tardaron muchos años en realizar la transición de las funciones de los pilotos, que controlaban los despegues y los aterrizajes de forma manual hasta hace muy poco. Para ganarnos la confianza de los pasajeros, debemos asegurarnos de que la tecnología subyacente de los vehículos funciona con un elevado nivel de excelencia. De la misma manera que la Dirección General de Tráfico obliga a todos los conductores potenciales a realizarse un examen ocular, los fabricantes de vehículos automatizados se deben cerciorar de que sus vehículos no funcionan a ciegas. Existen diferentes tecnologías que se están aplicando para ayudar a que los vehículos “vean” el mundo a su alrededor y reaccionen ante un entorno cambiante. Cada una tiene sus limitaciones y requisitos de fiabilidad propios.

  • Cámaras: siendo el más sencillo de los métodos actuales para captar el mundo, las cámaras utilizan ondas de luz para detectarlo. Deben estar respaldadas por técnicas avanzadas de aprendizaje automático para el reconocimiento de imágenes, pero son las más eficaces para reconocer formas, como los obstáculos en una carretera o el texto de un cartel. Sin embargo, su eficacia puede verse limitada por condiciones como la iluminación, una lluvia intensa o la oscuridad nocturna, que influyen en la capacidad de un vehículo para detectar con precisión y responder a los cambios en el entorno. las condiciones medioambientales, especialmente porque los niveles de luz cambiantes requieren diferentes calibraciones.
  • V2X: vehículo con vehículo, vehículo con señales, vehículo con nube, vehículo con comunicaciones de todo tipo. La conexión de los vehículos con el mundo a su alrededor mediante el uso de comunicaciones inalámbricas ofrece un gran potencial para una conducción más segura. Con este tipo de conexiones, los vehículos pueden captar las intenciones del resto de vehículos a su alrededor y adaptar sus reacciones con una mayor eficacia que las reacciones humanas. Además, informan sobre los cambios en el flujo del tráfico más allá de la línea de visión del resto de sus sensores, como retenciones o lentitud del tráfico al girar en una calle. Esta implementación requiere una eficaz.

Cada sentido debe cumplir con los estándares más elevados de precisión y fiabilidad. La carretera puede ser imprevisible, incluso si todos los vehículos se mueven en sincronía entre sí, ya que las pequeñas diferencias en la manera en que se recibe una señal pueden suponer una diferencia significativa en la forma en que responda el vehículo. Las versiones actuales de estos sistemas de detección tienen hasta 24 sensores específicos de radar. Cada sensor debe estar minuciosamente sintonizado para asegurarse de que no interfiera con el resto, además de continuar funcionando para recibir la señal de fidelidad más alta que pueda captar. Para lograrlo, los fabricantes de vehículos deberán realizar pruebas rigurosas en una variedad de entornos potenciales. Estos sensores y señales pueden verse afectados por el

  • Radar: basados en la misma tecnología que se utiliza en la navegación aérea, estos sistemas facilitan la representación más exacta de la distancia de los objetos físicos mediante el uso de ondas electromagnéticas. Cuantos más sensores se coloquen en un vehículo, más precisa será la imagen, si bien aumentará la probabilidad de que interfieran entre sí. Se pueden utilizar diferentes frecuencias para desarrollar diferentes comprensiones del mundo, desde impresiones generales de largo alcance a imágenes detalladas de corto alcance.
  • LIDAR: en estos sistemas se utilizan luz láser pulsada y sus reflejos para desarrollar una comprensión precisa del mundo. Funcionan mejor en las imágenes de alta definición de corto alcance. Al igual que las cámaras, son muy susceptibles a gran inversión en infraestructuras y comunicaciones estandarizadas en todos los vehículos. También se impondrán requisitos estrictos para mejorar la fiabilidad de las conexiones inalámbricas, especialmente en el desplazamiento a gran velocidad. Si bien algunas empresas invierten más en su enfoque de sensores preferido, lo cierto es que, antes de que los vehículos puedan ser totalmente autónomos, necesitan toda la información que puedan obtener.

De la misma forma que utilizamos los sentidos de la vista y el oído para comprender lo que está sucediendo en el mundo que nos rodea, complementado con las noticias de tráfico que escuchamos en la radio, nuestros vehículos automatizados necesitarán varios sentidos para poder funcionar de una manera caos de las señales a su alrededor, las condiciones climáticas como la nieve o la lluvia, y las limitaciones del hardware.
A pesar de estos desafíos, deben generar resultados coherentes y precisos en todo momento para que las personas confíen en estos sistemas a la hora de ponerlos al volante. Los fabricantes de vehículos se enfrentan actualmente a una demanda creciente de innovación y fiabilidad de los componentes de ingeniería electrónica de sus vehículos, incluso más que los mecánicos. Conseguir que estos sensores funcionen correctamente es un factor clave en el futuro de la conducción autónoma; ayudarán a garantizar la eficiencia operativa de los vehículos sin conductor y al mismo tiempo incrementarán la confianza de las personas.