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La presente democratización de la tecnología

En las últimas décadas, una serie de avances impresionantes en el campo de la ingeniería han puesto a nuestro alcance nuevos e interesantes productos, cada vez más potentes, pequeños, compactos y ligeros. La otra cara de la moneda asociada a este progreso es una tendencia que deja fuera del alcance del usuario medio el acceso a la tecnología relacionada. En la mayoría de los casos, los productos modernos de alta tecnología son herméticos, y abrirlos o repararlos resulta, deliberadamente, muy complicado. Algunos componentes son diminutos, y las especificaciones de la interfaz se mantienen celosamente en secreto. Llevamos ya muchos años perdiendo la capacidad de trastear con dispositivos, repararlos y modificarlos, o de crear nuestros propios dispositivos similares y compatibles. Sin embargo, y paradójicamente, hoy en día los avances tecnológicos han empezado a devolver el control de la tecnología a los usuarios. Nuevas herramientas y productos, y una contracultura global que crece rápidamente ofrecen de nuevo a los usuarios de a pie la oportunidad de desarrollar hardware sin necesidad de conocimientos de ingeniería profesionales ni acceso a un entorno industrial o de laboratorio. Herramientas asequibles como Arduino y las placas compatibles con Arduino, el LaunchPad de Texas Instruments (TI), las placas complem entarias de MikroElektronika y los módulos Sparkfun facilitan el acceso a la tecnología a los usuarios con conocimientos en la materia o a los que se sienten atraídos por esta tecnología.
De hecho, estas nuevas herramientas permiten a todo tipo de personas unirse a la comunidad de creadores y entusiastas de la tecnología hecha en casa. Estas iniciativas resultan incluso más respetuosas con el medio ambiente, pues permiten a los propietarios reutilizar y reparar los dispositivos existentes, en lugar de tirarlos a la basura. La nueva tendencia parece no tener límites. Recientemente, un alumno de instituto y exponente del movimiento de tecnología casera logró diseñar y construir un amplificador de circuito integrado en su propio garaje. Para ello utilizó procesos fotolitográficos similares a los que se emplean en centros de fabricación de chips con un coste de miles de millones de dólares. Obviamente, no podemos afirmar que este sea el proyecto típico de un creador casero, pero el hecho de que accediera a los conocimientos y las herramientas necesarios para lograrlo es un resultado directo de la propagación de la filosofía del creador. Aunque pioneros como este son los que rompen barreras, el corazón de la comunidad de creadores o manitas reúne una apasionante variedad de proyectos fascinantes, muchos de los cuales resultan originalmente útiles, a la vez que sorprendentemente baratos y sencillos.
Es el caso por ejemplo de un sencillo «Drinkbot» controlado con unArduino Unoque elabora y mezcla cócteles perfectos con una precisión inequívoca (ya que nunca se emborracha) y cuya fabricación tiene un coste de tan solo unos 100 $. Podemos probar con un proyecto con menos graduación consistente en poner a punto sus habilidades hortícolas mediante la implementación de un monitor de humedad de suelo conectado a una malla inalámbrica y construido con placas de desarrollo y microcontroladoresLaunchPad de TI. Para aquellos que quieran dar los primeros pasos en este mundillo, proyectos como las luces de seguridad para bicicletascontroladas por el omnipresentechip temporizador 555 resultan ideales. El movimiento de los creadores representa una importante encrucijada en la fabricación de tecnología. Los dispositivos electrónicos de consumo destinados al mercado de consumo siguen siendo cada vez más difíciles de manipular, a diferencia de las plataformas y dispositivos de tecnología casera, que han optado por una senda que ofrece un potencial casi ilimitado para experimentar, aprender y construir.
Ya están surgiendo pequeñas empresas rentables basadas en tiradas de producción limitadas de decenas o cientos de dispositivos nicho útiles creados en torno a productos de Arduino, Sparkfun y otras soluciones similares que suelen estar elaborados a mano por personas. En cierto modo, la tecnología está volviendo a sus raíces. Antes de la revolución industrial, la tecnología práctica tendía a ser producida por artesanos concretos, como carpinteros, herreros, vidrieros, etc. Era común que una sola persona, o un grupo muy pequeño de ellas, se encargara de casi todo el proceso de producción, desde la materia prima hasta el producto elaborado. Más tarde, con el desarrollo de los métodos de producción en masa, se lograron eficiencias y economías de escala mucho más altas. El inconveniente fue la pérdida de la personalimentarias zación y un aumento del coste relativo de los productos nicho, en comparación con los artículos fabricados en masa.
Este enfoque de talla única está representado por la famosa broma de Henry Ford, el innovador de la línea de producción, que decía que los compradores de sus vehículos podían elegirlos en cualquier color siempre que fuera el negro. Si la observamos desde el prisma de la historia, la revolución de los creadores discurre en paralelo a la revolución industrial pero en sentido inverso. El uso compartido y el código abierto —en relación con el hardware, el software, la documentación y las cadenas de herramientas— ha sido los principales valedores del movimiento de los creadores. Quizás también han tenido un eco parcial en un contexto histórico. Los artesanos tradicionales guardaban celosamente sus métodos secretos (como pasa con muchos productos de diseño de fabricantes de productos de electrónica de consumo, que adoptan la forma de unidades selladas que los propietarios no pueden reparar), pero cuando un descubrimiento se filtraba o se obtenía mediante ingeniería inversa, era escasa la protección legal disponible para evitar el uso generalizado de las ideas.
Sabiduría popular beneficiosa para todos
La democratización actual de la tecnología se está viendo impulsada por un aumento en las relaciones precio-rendimiento de los dispositivos y componentes, y por una enorme mejora en la documentación y el apoyo de la comunidad, además de una reducción general de las barreras de acceso intelectuales y experimentales. «Pon la tecnología al alcance de un enorme grupo de personas capaces de imaginar nuevas aplicaciones y podrás aprovechar las ideas, la creatividad y la energía de todas ellas; esa es la verdadera revolución», afirma Chris Anderson, uno de los primeros valedores de la cultura de los creadores y editor desde hace mucho tiempo de la revista Wired.
La paciencia es esencial
Si bien estas nuevas herramientas de invención y creatividad están al alcance de casi todos, los nuevos creadores deben estar preparados para enfrentarse a un reto. Adoptar un enfoque de ingeniería y desarrollar una comprensión global de la tecnología es un paso importante hacia la consecución de notables logros en el entorno actual de los creadores y la tecnología casera, a pesar de que las herramientas y los componentes disponibles son cada vez más potentes, están mejor documentados y resultan más sencillos de usar. Por suerte, existe una enorme comunidad en Internet, activa y útil, que está dispuesta a ofrecer consejos y descripciones de proyectos, y a enseñar a los neófitos. Muchas ciudades cuentan con espacios de trabajo compartidos que permiten acceder a dispositivos costosos, como impresoras 3D, y en los que se pueden encontrar experimentados creadores dispuestos a enseñar a otros. Por último, los proveedores de placas y herramientas ofrecen una amplia variedad de información en forma de blogs, videotutoriales, artículos, etc.
Un círculo virtuoso: el movimiento de los creadores impulsa la fabricación tradicional
Hoy en día, el movimiento asociado a la tecnología casera está demostrando ser sorprendentemente beneficioso para los fabricantes de productos dirigidos al mercado de consumo, lo que les permite ser más flexibles y creativos, y responder de forma más rápida a las necesidades de los consumidores. En los talleres y laboratorios de fábricas, los ingenieros usan ahora dispositivos basados en torno a placas de desarrollo orientadas a creadores, como Arduino y Sparkfun, para desarrollar rápidamente prototipos de nuevos productos y componentes, y crear plataformas de prueba y desarrollo específicas. A su vez, pequeños grupos de creadores acceden a mayores escalas de producción, con la posibilidad de llegar a clientes potenciales y usar campañas de financiación colectiva para externalizar la fabricación de dispositivos que han creado y desarrollado. Una forma todavía más directa de interacción entre la comunidad y los fabricantes es el caso de empresas como HyperLoop y Local Motors, que han buscado inspiración en la comunidad de creadores.
Un ejemplo es el de Arconic, empresa de tecnología avanzada de fabricación, que ha recurrido a la comunidad global de creadores para desarrollar un componente esencial para aeronaves mediante una iniciativa de financiación colectiva. En este proyecto Arconic solicitó ideas nuevas con una recompensa económica para los mejores conceptos. Tras más de 300 propuestas, la empresa obtuvo grandes perspectivas «gracias al acceso a una base de conocimientos de distintas culturas y sectores», según confirmó un representante. Entre los colaboradores comunitarios encontramos a un escultor, un carpintero y un usuario que tenía experiencia en carreras de automóviles. En el componente final se aprovecharon las mejores ideas provenientes de distintas fuentes.