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Las mujeres en el campo de la tecnología

La importante contribución de científicas e ingenieras a distintas disciplinas CTIM

Autora: Marie-Pierre Ducharme, Mouser Electronics

Introducción

La sociedad actual está tomando una mayor consciencia del importante papel de las mujeres en el mundo, sobre todo en aquellos campos que ejercen un impacto positivo en nuestra vida diaria, como las materias CTIM. Podría dar la impresión de que la participación de las mujeres en estas actividades es muy limitada en comparación con los hombres, pero su contribución es muy valiosa y, lo que es más importante, está aumentando.

De lo que no cabe ninguna duda es que la situación está mejorando. En 1880, cuando se fundó la Sociedad Americana de Ingenieros Mecánicos (ASME), todos los miembros eran hombres. De hecho, hasta 1918, 38 años después, esta entidad no contó con la primera mujer entre sus miembros, Kate Gleason.

Ahora que ya estamos de lleno en el siglo XXI, el número de mujeres que trabajan en actividades CTIM es mayor que nunca, aunque esta tendencia no es demasiado uniforme. En EE. UU., las mujeres representan casi la mitad (47 %) de los trabajadores en estas áreas, pero solo el 14 % de la comunidad de ingenieros son mujeres. En Europa, el número de científicas e ingenieras ha pasado del 30 al 41 % en los últimos veinte años y, de los 35 países que conforman el continente, en 25 de ellos esta cifra es igual o superior al 40 %.

Solo hay cinco países europeos en los que haya más mujeres que hombres en el campo de la ciencia y la ingeniería (Noruega, Lituania, Letonia, Dinamarca y Bulgaria), y algo aún más preocupante es que Finlandia, Bélgica, Estonia y Hungría están experimentando un retroceso en esta tendencia.

Las perspectivas para el futuro también son algo confusas. Por un lado, por ejemplo, solo una de cada seis personas que estudia carreras relacionadas con la informática, la ingeniería y la tecnología en el Reino Unido es mujer, pero este porcentaje sube hasta el 39 % en Matemáticas y el 43 % en Física.

En términos generales, hay una tendencia positiva y un futuro esperanzador, en gran parte porque numerosas organizaciones, tanto comerciales como académicas, están destacando el trabajo de las mujeres en los campos CTIM y desarrollando programas para fomentar su incorporación en estos ámbitos, tanto en el área profesional como educativa.

De todos modos, aunque el número de científicas e ingenieras dista de ser el ideal, la realidad es que aquellas que se adentran en este campo profesional suelen avanzar con rapidez, hacen contribuciones importantes en su ámbito de especialidad y alcanzan posiciones de dirección importantes.

La industria de los semiconductores

Un estudio reciente de GSA y Accenture sobre la igualdad de género en el sector de los semiconductores mostró que las mujeres solo representan entre un 10 y un 25 % de los empleados de esta industria. Además, solo había un 1 % de mujeres en los puestos de liderazgo (puesto de director o superior), aunque esta proporción es mayor en empresas grandes. A pesar de los resultados del estudio, un gran número de mujeres ha hecho contribuciones significativas al mundo de los semiconductores.

Esther Marley Conwell (Brooklyn, 1922) es un ejemplo de ello en los mismos inicios. Estudió Física en el Brooklyn College y continuó su formación en la Universidad de Rochester y la Universidad de Chicago, donde hizo un máster y obtuvo un doctorado en Física. Toda esta base formativa desembocó en una trayectoria profesional de 62 años en el mundo de los semiconductores, los cristales orgánicos, los polímeros conductores y el ADN, y trabajó en Bell Laboratories, Sylvania Labs y el Centro de Investigación Xerox Webster, donde llevó a cabo trabajos de investigación en semiconductores, como el germanio y el silicio.

Tras retirarse en 1998, Cornwell volvió a la Universidad de Rochester como catedrática y prosiguió con su labor de investigación otros 16 años. Durante su extraordinaria trayectoria profesional, recibió numerosos galardones. Por ejemplo, pasó a formar parte de la Academia Nacional de Ciencias y la Academia Nacional de Ingeniería. En 2002, la revista Discovery la incluyó entre las 50 mujeres más importantes en el ámbito científico y, en 2009, recibió la Medalla Nacional de Ciencia. El que posiblemente fuera su mayor logró llegó en 1997, cuando se convirtió en la primera mujer en recibir la Medalla Édison del Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos.

Hay muchos otros ejemplos recientes, tanto en puestos comerciales como de ingeniería. Uno de ellos es Debra Bell, vicepresidenta de ingeniería DRAM en Micron, una empresa de semiconductores. Durante dos décadas, ha obtenido 58 patentes en EE. UU. para productos de ingeniería, sobre todo en el diseño de circuitos DRAM. Bell afirma que ser mujer e ingeniera le ha aportado una perspectiva diferente y otra manera de ver situaciones y soluciones, lo que le ha ayudado a triunfar.

Otro ejemplo importante en un puesto comercial es Lalitha Suryanarayana, vicepresidenta y responsable de estrategia, fusiones y adquisiciones de Infineon Technologies. Lleva veinticinco años trabajando en el campo de las telecomunicaciones y los semiconductores, y ha ocupado puestos en dirección de productos, desarrollo económico y de asociaciones y operaciones.

Suryanarayana obtuvo un máster en Ingeniería Eléctrica en NYU Polytechnic y otro en Administración de Empresas en la Universidad de Texas. Durante su labor como ingeniera, logró avances importantes en la estandarización de tecnologías de Internet móviles y para cualquier dispositivo. Por si eso fuera poco, también escribió distintas publicaciones, como un libro técnico, y ha logrado cerca de 50 patentes.

Las mujeres en el espacio

Solemos pensar que la industria aeroespacial, una de las áreas más fascinantes de las CTIM, está dominada por los hombres, y quizá sea cierto, pero también hay mujeres que han logrado hitos importantes, no solo como astronautas, sino también en trabajos de igual relevancia, como las labores auxiliares.

En 1963, la cosmonauta rusa Valentina Tereshkova participo en la misión Vostok 6 y se convirtió en la primera mujer en llegar al espacio. Veinte años más tarde, Sally Ride formó parte de la tripulación del transbordador STS-7 y pasó a ser la primera mujer de Estados Unidos en salir al espacio. Desde principios de nuestro siglo, las mujeres han tenido un papel muy activo: a fecha de marzo de 2021, 65 mujeres habían llegado al espacio.

En muchos casos, el papel y la contribución de la mujer se ha tenido en alta estima. Por ejemplo, en 1962, la NASA preparó una sofisticada configuración informática para controlar toda la trayectoria del complejo vuelo orbital de John Glenn, desde el despegue hasta el aterrizaje, algo que no sirvió para despejar la inquietud de los astronautas. Fue una ingeniera, Katherine Johnson, la que hizo todos los cálculos a mano para garantizar la alineación precisa de los sistemas informáticos, lo que tranquilizó a los astronautas y permitió que la misión se llevase a cabo.

El famoso telescopio espacial Hubble se desarrolló gracias al trabajo de ingenieras, hasta el punto que Nancy Grace Roman se ganó el apodo de «madre del Hubble» debido al papel esencial que desempeñó en la implementación del proyecto. La doctora Roman obtuvo multitud de logros en su carrera profesional y fue la primera mujer en lograr una posición ejecutiva en la NASA, así como la primera directora de astronomía en esta agencia. Roman sabía del valor de la mujer en las CTIM y por eso dejó en su testamento una importante cantidad de dinero destinada a la promoción de la mujer en las carreras científicas.

Un ejemplo más reciente es el de Deneen Lewis, que al terminar sus estudios trabajó como ingeniera eléctrica en el proyecto Hubble. Ha participado en tres prestigiosas misiones de reparación/mantenimiento del Hubble y también formó parte de la tripulación del último transbordador al telescopio en 2009, donde desarrolló la mayor parte del plan de comando (el procedimiento detallado para trabajar en el sistema eléctrico de alimentación).

En defensa del planeta Tierra

Al encender el televisor o leer las noticias, es prácticamente imposible escapar de la temática en torno a la crisis climática y las medidas necesarias para limitar el calentamiento global. Cambiar lo que consumimos, cómo lo hacemos y nuestra manera de gestionar los residuos es crucial, pero lo mismo se puede decir de la monitorización y medición de los cambios en el medio ambiente. La única manera de confirmar que los pasos que estamos dando vayan a generar un mundo más sostenible es medir con precisión todos los tipos de cambio climático y procesar y almacenar los datos, además de comprenderlos en su totalidad. Hay muchas estrategias de ingeniería en curso para lograr este objetivo y las mujeres están desempeñando un papel pionero en muchos campos.

Un ejemplo de ello está relacionado con la monitorización de tres indicadores clave de la salud del medio ambiente: el aire, el agua y el suelo. Los contaminantes del aire son nocivos para la salud humana y los ecosistemas, pero también pueden erosionar infraestructuras técnicas y hasta monumentos históricos. La supervisión de la calidad del aire puede identificar contaminantes específicos a fin de implantar o cambiar normativas.

La empresa qAIRA —fundada por Mónica Abarca, emprendedora e ingeniera mecatrónica— utiliza un sistema innovador para supervisar la calidad del aire. Su método patentado consiste en usar grandes redes de vehículos aéreos no tripulados (drones) junto con un módulo estático de bajo coste. Se trata de una solución rentable que monitoriza un amplio rango de parámetros (CO, NO2, SO2, H2S, O3, polvo PM2.5, polvo PM10, temperatura, humedad relativa, presión atmosférica, radiación UV y nivel de ruido) y envía los datos a servidores de la empresa, donde se procesan y se muestran en un mapa web público o una aplicación móvil.

Resumen

A pesar de que hay menos mujeres que hombres en la ingeniería, la ciencia y la administración comercial dentro del sector de los semiconductores, la tecnología espacial y el medioambiente, muchas mujeres extraordinarias han hecho contribuciones importantes en estos campos.

Es evidente que aún queda camino por recorrer, pero el papel de la mujer en las CTIM está aumentando. El reconocimiento otorgado a sus éxitos sirve de incentivo para que muchas otras opten por el ámbito de la ingeniería y la ciencia en la universidad y se conviertan en la próxima generación de mujeres en las CTIM.